Bueno, pues parece que discográficas, medios remunerados, bloggers etc. han decidido que lo que tenemos que escuchar durante una temporada sea el rocorock sabbathiano con pepitas sureñas y chuflas psicodélicas. Es curioso como alguien dicta las tendencias y los demás decimos sí, a la vez que aumentamos la resonancia de estas. Bueno, Graveyard son un pedazo de banda por ejemplo, y estos Kadavar también, (por lo menos en su primer disco, no he escuchado su segundo trabajo), aunque lo suyo es pillar Beyond the wall of sleep o Electric Funeral de Black Sabbath y perpetrar todo un disco alrededor de esos riffs. No aportan nada. Y se merecerían todo el desprecio si no fuera porque, oh sorpresa, lo que hacen cuela, y tanto al alevín como al rockero canoso nos encantan estos largos desarrollos, y este sonido y estas estructuras, fruto de llevarte los dos primeros discos de Ozzy & co. al taller, despiezarlos y volverlos a montar cambiando cuatro tornillos de sitio. Pero en el rock n´roll yo hace tiempo que no premio la originalidad, sino estaría escuchando, yo que sé, tecno, o el sonido del interfono. Simplemente, los oídos me dicen que Kadavar trota de lo lindo de principio a fin. Y felicito a estos barbudos (el bajista se hace llamar Mammut, el batería Tiger) por ello.