
Vivió rápido y murio más deprisa todavía. Pero Paul Kossoff, guitarrista, no era un veloz e infernal cometa Halley a pocas centésimas de segundo de impactar contra un planeta. Su sonido no era el de un joven con ganas de descarriarse de la vida y meterse de todo (como de hecho hizo), su sonido era el de una persona sensible, superdotada y, sobretodo, madura, sabia. Escuchando obras maestras de Free como Fire & Water, uno se sorprende por ese tempo tan calmado, esa economía, ese buen gusto en un tipo tan joven. Kossoff repartía sus solos y sus riffs como un viejo jardinero cuida sus rosas, todo era suavidad, cariño. Los oídos no te explotan con la guitarra de Kos, los oídos se sensibilizan, se educan.
Free, banda que siempre cabe reivindicar, basaba todo su particular ritmo musical en esa calma, esa brumosa parsimonia que destilaban las notas de Kos (él y otro estilista con buen gusto, Paul Rodger, eran las claves del grupo. Rodgers era por su parte un cantante que, como Kos a la guitarra, jamás dio más de la cuenta en una canción, jamás se exhibió por el mero hecho de hacerlo, su voz estaba a la temperatura justa, a punto de desbordarse, pero manteniendo la elegancia, cierto retraimiento. Eso es el sonido Free. Buen gusto lo llamo yo, en una época en la que las bandas acostumbraban a ladrar más de lo debido).

Cuando Kossoff abandonó Free, tuvo por fin el tiempo necesario para terminar este Backstreet Crawler recientemente reeditado (una de mis compras favoritas de los últimos tiempos), que debía llevarle a un buen punto para el pistoletazo de salida de una carrera en solitario que prometía. Luego él mismo se encargó de romper cualquier promesa abandonándose a sus adicciones, pero lo cierto es que con este disco firmó un manifiesto que bien valía por toda una carrera. Un disco de guitarras, blues y soul roto, a tope en su cara A, con la extraordinaria instrumental de 17 minutos Tuesday Morning, todo un mundo en sí misma, más salvaje de lo que en Kossoff era costumbre. Y luego, en la perfecta cara B, vuelve ese sonido, extraordinario, tan Free, ese ritmo ralentizado y bello, con temas como I´m ready, Molton Gold (con Paul Rodgers dando masters de clase y un estribillo celestial) o Time Away. "Blues contemplativo", sí, esa es una buena etiqueta para definir el sonido Kossoff. Y me la he inventado yo.