
Lo mejor que puedo decir del nuevo disco de Wilco es que ya no hay sorpresas. Me gustó Sky blue sky, su anterior trabajo, porque era un aterrizaje suave y placentero, luminoso, después de la convulsa coctelera creativa en la que se convirtió Jeff Tweedy cuando gestó Yankee Hotel Foxtrot y A Ghost is born, cuando mandó al carajo la primera etapa neo-country de la banda. Ahora, con el nuevo Wilco (The Album), y como digo desde el anterior Sky blue sky, Tweedy ya no opera en la vanguardia musical, desencanta a los críticos más snobs que le adoraron en A Ghost is born y solidifica su música sin más convulsiones que los desarrollos cortantes de Bull Black Nova, no sorprende ni rompe esquemas, pero sigue iluminando con una sencillez y una claridad de ideas que solo dan la veteranía y el amor por lo que uno hace. Escuchar One wing, el tercer tema del disco, es escuchar a Wilco aquí, ahora y siempre, qué confección, qué sutileza, y qué decir por ejemplo del final Everlasting everything, tensión, belleza, silencio se rueda.