lunes, octubre 01, 2018

UN AÑO

A un año del referéndum, no veo nada que celebrar.

El folclore  de un día en el que un país se unió en un acto de libertad etc. no me lo creí ni hace un año. Voté, como muchos, porque me indignó la violencia (y me sigue indignando, me niego a revisar las imágenes de las hostias, no puedo soportarlas, como las de perros abandonados y torturados, que tanto abundan en Facebook), pero de ahí a creerme que el referéndum era legal, ecuánime y legítimo hay mil kilómetros.

A mi indignación por la mezquindad y la mentira y la imprudencia y la violencia practicada por el gobierno español, he ido sumando más indignaciones: que se diga que hay que hacer efectivo el mandato de un referéndum que nadie medianamente inteligente daría como válido; que se ignore que una votación de ese calibre, primero, debe ser legal, y segundo aprobada por ambas partes y por el máximo de sensibilidades. Me da pena también que el independentismo se adueñara del dolor y la pena, sin pensar que hay no independentistas que también sintieron dolor y tristeza hace un año. Me indigna que Catalunya vaya para atrás, que este gobernada por insensatos que no nos están llevando a un país próspero. Son tantas cosas que hacen de hoy un día triste (¡y eso que es mi cumpleaños!), y tan poca la empatía que hemos sentido los unos con los otros.
Harto de las tonterías que suelta el actual President, harto de manifestaciones que no abren mentalidades, sino que ahondan en las heridas y en la falta de entendimiento (¡basta de salir a la calle!¡quedaros en casa, joder!). Banderas de uno u otro signo, sindicatos imbéciles condecorando a policías imbéciles, cdr´s con demasiado tiempo libre y pocas obligaciones.

Y todo costó tan caro. Gente buena en la cárcel, y un país varado en el simbolismo, la bandera y la calle.