La visión más humana, prudente e inteligente sobre la actual guerra entre Israel y Hamas la he escuchado hoy en la escuela. Un tipo daba una conferencia para unos chavales de secundaria en la biblioteca, yo pasaba por ahí y me he quedado prendado por su facilidad para hacer entendible una tragedia de esta magnitud. Cuando parecía que iba a situarse en la trinchera islámica, con pañuelo de Arafat y todo, daba un giro y miraba la situación desde el punto de vista judío. Era una visión clara, sencilla y global, lo que tanto se echa en falta en los artículos de opinión que leemos en nuestros diarios. Los adolescentes escuchaban, y el silencio me hacía pensar que estaban absorviendo muchas cosas, y que muchos de estos chicos y chicas llegarán a casa con la lección mejor aprendida que sus padres. Una de las cosas que me han gustado: un problema de los conflictos de este tipo es el historicismo obsesivo, ambos bandos creen haber sufrido los más violentos envites de la historia, Israel y el Holocausto, Palestina y su merma implacable de territorio, hasta convertirse hoy en un país desmembrado y roto por mil sitios. Pero hasta que no dejen de lado lo que creen que les debe la historia no podrán arreglar sus diferencias; si miramos atrás, sufrir hemos sufrido todos, y solucionar conflictos requiere una mirada desde el presente hacia el futuro. La visión historicista de los conflictos no es práctica, nos impide resolver pragmáticamenbte los problemas del ahora. Otra cosa: Israel ha cometido un tremendo error (muy meditado por cierto, ellos sabían lo que estaban provocando) con sus bombardeos: ha radicalizado todavía más a la población palestina, formada en su mayoría por gente joven (en Palestina cada mujer tiene una media de cinco hijos) que por tanto odiarán a los que han matado a sus padres y familiares durante, mínimo, una generación más. Por tanto, la negociación, el reencuentro se antoja ahora imposible. Quizás nosotros no lo veamos nunca.