Mi primer mejor amigo ya no está.
Oigo su voz, recuerdo momentos. La memoria es sabia, y guarda como un tesoro las cosas que son buenas, sobre todo cuando somos niños. Y cuando yo era niño, tuve a mi primer mejor amigo. Uri era, y seguía siendo como padre de familia y marido, un ser puro, un corazón incapaz de hacer daño. Fue mi amigo de veranos, mi amigo de ir a jugar a casa de, una presencia constante y buena de mi niñez.
Hay cosas que he tenido la suerte de vivir como niño, y que han marcado mi vida. Dos en concreto deberían ser obligatorias. Una abuela buena y un primer mejor amigo bueno. Dos pequeños faros que nos guíen por la selva y que podamos retomar años después, como ejemplos de luz y amor incondicional.
Mi primer mejor amigo ya no está. No tengo más remedio que convertirme en otro guardián de su memoria y su bondad. Su mujer y su hijo saldrán adelante, y a Uri le debo muchas cosas bonitas.