El lugar es encantador ¡ideal para el verano! Comimos un domingo en el precioso patio trasero de la casa, sita en la misma Major de Sarrià, por encima de Reina Elisenda, y todo fue a ritmo dócil y refrescante, sin estrés y con las ramas de los árboles agitándose suavemente por encima nuestro. Era día de caña de aperitivo y vino blanco frío para comer, con el diario encima del mantel y buena conversación. La carta es divertida, muchas opciones y cuanto más sencillas mejor. Los tomates de cua de bou, símplemente tomates troceados y ligeramente aliñados fueron lo mejor de la comida (me temo que el tomate va a ser protagonista colateral de muchos menús en los tiempos venideros, como lo han sido los mil tipos de aceites con los que te agasajan muchos restaurantes para que mojes el pan)...
Notable ese tataki de atún, el arroz excelente y en su punto, los buñuelos de bacalao, jugosos, un placer, perfecta coca de pa amb tomàquet, buen babá de postre... El único pero fue un suquet de rape que no sabía a nada, lástima. El menú a los mediodías va muy ajustado de precio, recomiendo aprovecharlo, y la propuesta en general bien vale desplazarse si eres de otro barrio. Como deberes, nos apuntamos en la agenda volver al Vivanda un viernes noche, quizás en septiembre, con los gin tonics de rigor para alargar la ceremonia.