
Cómo me ha gustado
Last Days, la película de 2004 de
Gus van Sant, que especula sobre cómo debieron ser las últimas horas de
Kurt Cobain en este planeta. Junto con
Melancolía, de
Lars von Trier, es la descripción más bestia, real y auténtica que he visto de la enfermedad de la depresión. Los murmullos de
Cobain (llamado
Blake en el film), sus contorsiones inútiles por el suelo, su desinterés atroz por lo que le rodea, su terror a volver a entablar contacto normal con otro ser humano, solo tienen una salida, la que todos conocemos. En esta atmósfera irreal, en la humedad del bosque y el frío de la casa de la estrella del rock a quién incluso visita la mismísima
Kim Gordon para intentar, por última vez, hacerle volver al mundo de los vivos,
Blake consigue componer su última canción, preciosa, salida directamente de su vacío y, finalmente, muerta desde su nacimiento porque nadie la escuchará jamás. Realmente
Last Days me ha impresionado.