
Mañana será un placer acudir al concierto de Michael Schenker. Una persona que, presumo, es detestable. Un veterano curtido de casi adolescente en aquellos maravillosos UFO de los 70, luego con su perfecto proyecto MSG a principio de los 80, y después tirando por la borda su madurez con proyectos AOR o intentos y más intentos de vivir de rentas y sacar pasta a los fans. Un tipo errático que hace poco más de un año, envuelto en alcohol, era incapaz de recordar sus propios solos de guitarra en escena, y que ahora reaparece bien de salud, con su vieja banda de aquel directo en el Budokan de los primeros 80, y con un nuevo y acertado disco en las tiendas. Sus solos eran puro cálculo y sensibilidad, y probablemente ahora, en los dedos de este hombre curtido en mil vicios y desastres personales, habrá más de lo primero que de lo segundo, pero aún así me conformo.