martes, diciembre 02, 2008

WOVENHAND: "TEN STONES" (2008)


16 Horsepower es una de las bandas de mi vida, y una vez separados, el proyecto en solitario de su líder David Eugene Edwards, Wovenhand, me llenó igualmente, Mosaic es un disco extraordinario, árido y tremendista, como nos gusta a los seguidores de este hombre, y la gira que lo trajo aquí hace un par de años fue para mi la confirmación de que no me equivocaba al amar todo lo que había grabado este fanático religioso, eterno anunciante del apocalípsis en pleno desierto del medio oeste, David E. Edwards. Ahora llega Ten Stones, nuevo disco de Wovenhand, y no hay nada que falle: la inicial The beautiful axe tiene la garra eléctrica que ya poseía el inicio de Mosaic, la siguiente Horsetail es puro 16 Horsepower, luego está la preciosa Cohawkin road o Quiet nights of quiet stars, un tempo más jazzístico, extraño en el mundo de David E. Edwards. Pero el disco ha tardado, está tardando en prender llama en mi corazón, como sí hicieron instantáneamente hace años Secret South o Folklore, las obras capitales de 16 Horsepower, y no es culpa de la banda, las canciones o su líder, no es nada más que la prueba de que la valoración que hagas de un disco (o cualquier obra de arte en general), depende de tu estado de ánimo. Será que últimamente no tengo muchas ganas de escuchar plegarias en el desierto, en la noche más oscura, con un banjo lejano, con una guitarra lanzando señales de humo desde una alta montaña, a mucha distancia, será que no tengo ganas de "música seria". Hay veces en que estás jodido, y por ello cualquier disco alegre y rockero de Kiss te parecerá una mierda, o al revés, estás tan feliz que en ese instante, una lacónica tonada de Tom Waits te parece estúpida y no entras en ella. Por eso, en el fondo, los críticos que valoran y escriben sobre cualquier disco en cualquier momento, lanzando opiniones definitivas independientemente de que tengan ganas de escuchar la obra de turno, son unos farsantes. Hay veces en que no podría ni escuchar el Exile on main street de los Stones porque, simplemente, mi cuerpo no me lo pide, y por eso, en ese instante, ese disco no significa mucho para mi. Pero sé que mi cuerpo me pedirá en breve escuchar una y otra vez este Ten Stones, siempre lo ha hecho con David E. Edwards; sigo pensando que entrar en su universo es una experiencia que te marca.