martes, junio 28, 2011

ODIAR

A muchos les pasa cada semana, a mi de vez en cuando. Alguien de mi entorno se me cruza y paso de un minuto a otro a despreciarlo. Independientemente de su culpabilidad o inocencia, o de si es un gilipollas, pasas a realizar juicios sumarísimos a cada gesto o frase de la persona en cuestión. Le marcas la "x", y todo de él te quema, y todo lo que haga es un argumento que apoya la tesis de que debes odiarle hasta reventar. Quizás haya personas de tu entorno susceptibles de ser odiadas. Pero es molesto, y no es constructivo. Odiar es tan fácil, como rajar de los demás, te hace sentir bien contigo mismo a un precio irrisiorio, perder el sentido ético y equilibrado de la vida. No me gusta odiar, ni rajar, por eso cuando alguien se me cruza me siento rabioso (por mi), porque no me gusta ser como tanta gente que me he encontrado en la vida, que viven y respiran para odiar, pero odios estúpidos, mezquinos, tonterías que se arreglarían hablándolo. Pero hablarlo y solucionarlo no nos hace sentir bien, nos gusta ganar, machacar. Odiar.