
Comparándolo con el concierto de la gira de reunión de hace cuatro años, Judas Priest estuvieron fenomenales el jueves. En aquella gira del 2004 todo resultó frío, desangelado y muy predecible, mientras que ahora, con menos gente en las gradas y compartiendo cartel Rob Halford y los suyos con Testament y Megadeth, la banda se mostró más caliente, con un repertorio que es un regalo para el fan, sobretodo cuando interpretan casi seguidas Eat me alive, Between the hammer and the anvil y Hell patrol, esta última uno de mis temas favoritos de Judas, y sobretodo, pasando de lo lindo del insoportable culebrón hortera de Nostradamus, su último disco, que solo revisitaron puntualmente, sabedores de que dos o tres temas seguidos de este disco pueden hacer perder la paciencia a una jauría de heavys con ganas de brega y cerveza.

Me he quejado mucho del estado vocal de Halford desde que se reunió con su banda de siempre, los años le pesan y ya no sube los agudos en practicamente ningún tema, además, tiene esta forma de cantar jorobado, como luchando porque la voz le responda en los pasajes más duros; ahora mismo pienso igual, pero me sorprendió Rob la otra noche, clavó Eat me alive y aguantó el tormento de cantar Painkiller y Sinner, dos temas que incluso en sus años de gloria ya le exigían grandes esfuerzos vocales. Disfruté con Judas, y lo mejor es que les veo con cuerda para un disquito más (en la onda de Resurrection please) y alguna gira más como esta, como la que están empezando a anunciar en algunos medios, en la que interpretarán entero el British Steel ¡bien! Luego a jubilarse y a disfrutar de lo vivido.

De Testament me llevo lo mismo que me llevé cuando les vi hace años en Razzmatazz: una banda potente, estos tipos son históricos, con un formato trash clásico que no pierde brutalidad ni técnica y que encanta a las nuevas generaciones, por lo visto en algunos pogos improvisados en la pista, a los que yo, por supuesto, ya ni me acerco. Megadeth, por su parte, tocan magníficamente bien, Dave es milimétrico y se mete mucho en cada tema, no canta, interpreta, y es un placer estar atento a cada inflexión vocal y cada sutil juego en los versos de los temas, pero el repertorio es el mismo de siempre, deberían desafiar las convenciones y marcarse un par o tres de temas más desconocidos.
Fué un triple cartel que no decepcionó. Se estaba bien el jueves en Badalona.