sábado, diciembre 31, 2011

FIN DE AÑO

Lejos quedan ya las nocheviejas decadentes en macrofiestas, o innombrables saraos organizados en alguna casa privada a la que te llevan no sabes porque razón. Ni me gustaban antes las farras de fin de año ni me convencen ahora. Tampoco me gusta demasiado el día de mi cumpleaños. De joven me asustaba la obligación de desfasar, el estar hablando de la farra de fin de año desde meses atrás, y las fiestas estúpidas a las que iba y en las que realmente no quería estar. Total que la función terminaba con un ciego malo malo, de esas cogorzas feas y sin sentido. Bueno, ahora la nochevieja es más casera. En los últimos años hemos salido de forma relajada después de las uvas, o directamente nos hemos quedado en casa. No faltan nunca los gin tonics. Pero esta es una noche que se me atraviesa. Los precios exorbitados, los saraos y el desfase masivo (que me aterroriza), aunque lo vea desde la terraza de casa. Salir a cenar es una aventura que puede costarte medio sueldo, quedarte en casa es una media tinta, aunque lo solucionas si arreglas una cena que valga la pena. Y no me puedo quejar, solemos apañar bonitas veladas. Para el año que viene lo tenemos claro: cogemos perros, niña y amigos y nos vamos de casa rural. Con la calma pero bien.