En Cabo de Gata hay todavía un porcentaje de buen gusto que trata de contener la marea de horterismo tuneado, incívico, comodón y low cost que asola nuestro país, a veces parece que lo segundo vencerá, pero entonces, una noche de agosto, reservas mesa en La Gallineta y vuelves a confiar en que van a ganar los buenos.
La Gallineta es un pequeño restaurante donde cenas en un patio hermoso, decorado con gusto y gracia, con las mesas justas y la buena atención de unos camareros que, sin ser profesionales (estamos en Cabo de Gata, pleno verano, la época menos profesional del año...) respetan al cliente. Una noche de verano perfecta, en aquel entorno de miniatura, con pescados en hojaldre, calamar relleno de verduras, tartaleta de chipirones y aguacate... Yo recuerdo las cenas perfectas, aquellas en las que todo funciona: la estética del lugar, la comida, el vino, el trato, mi propio humor y disponibilidad a ser punzado por la emoción. La Gallineta no es un crack, ellos no van de eso (no pueden), pero es como un pequeño poema, una corta y deliciosa melodía en medio del ruido infernal del verano, en mitad de los baretos de mierda donde los camareros van sudados y se la suda si vas o vienes. Fuera colas, fuera vermudas, en La Gallineta nos consideramos afortunados de no ser como ellos, los horteras, los malos.
2 comentarios:
Este año se me han fastidiado las vacaciones de verano, sólo fueron buenas las de invierno pero he pasado alguna vez por este sitio y aunque no lo tengo localizado espero pasarme el próximo año.
Saludos.
No te arrepentirás.
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