lunes, agosto 28, 2006

Bob Dylan en gira 2006

Me compro esta tarde el Rock de Lux y leo una crítica sobrada, tristemente tópica rodeluxiana, cortísima de análisis, de Ricardo Aldarondo sobre el concierto de Dylan en San Sebastián. No estuve allí, aunque si presencié sus actuaciones de Perpignan y Valencia.
El crítico en cuestión habla desapasionadamente del concierto, cosa que no es discutible en si, pero valora el directo actual de Dylan como una oportunidad continuamente desaprovechada. Dice que las canciones de Dylan dan para mucho más, y que el se empeña en situarlas tan arrás de tierra que más que sonar, parece que muerdan el polvo. Y añade que sus directos no superan las versiones de estudio.
Vaya.
No estoy de acuerdo. No.
Dylan cocina continuamente sus canciones, ultimamente le van los sabores fuertes, de paladar lento. No gusta de crianzas, prefiere reservas, mejor sabores más fuertes, Ribera del Duero, que de tez más ligera, Rioja. Maggie´s farm, It´s alrught ma, Masters of War o A hard rain is gonna fall son robusto material cantado con sentimiento, desde las cavernas, si, muy para adentro también, pero es un sentimiento sincero de esta persona de 65 años que se entuba en un ritmo de blues oscuro y a veces decadente, atacando sus canciones desde las mismas tripas, para a partir de allí, abrirlas en canal y dejar que segreguen lo más negro de su interior.

A nadie minimamente interesado en Bob Dylan se le ocurre comparar versiones en estudio con versiones en concierto. Es material distinto. Si que hay algo que permanece: esa melodía, la letra, pero finalmente estos parecen ser ganchos con los que Dylan te atrapa para llevarte después a un nuevo viaje.
Que en los conciertos de este año se le exija más sentimiento a Dylan me parece una descortesía, por hablar fino. Ahora, que está en estado de gracia, que disfruta en directo, que te sacude el alma con Desolation Row o A Hard rain is gonna fall en una calurosa noche de verano en Perpignan.