lunes, noviembre 09, 2009

YNGWIE MALMSTEEN


Regodeándome en el sinsentido de mi blog, dejo el independentismo y paso a centrar mi atención en un verdadero asunto de estado: Yngwie Malmsteen. Adoro a Yngwie Malmsteen, autor de una apreciable obra guitarrística repartida en bandas reivindicables como Alcatrazz y unos discos en solitario en los que él hace y deshace. Dictador, hombre poseedor de una autoconfianza gigantesca, escribe y toca bajo y guitarras de todos su discos, desde los ágiles comienzos de Yngwie Malmsteen Rising Force, pasando por la comercialidad fofa y ameba de Eclipse, de 1990, experimentos curiosos con orquestas, y terminando con sus últimas obras (Attack!, Unleash the fury...), apreciables pistas por donde sus dedos corren y corren una y otra vez, fieles a un estilo que no varía, sin importar el cantante de turno que esté en nómina. Yngwie tiene su reducto, y lo defenderá con sus huevos. Ha sobrevivido a mil modas, a sus problemas con el alcohol, a sus delirios y a su mediocridad, y seguirá bailando claqué sobre el mástil de su Strato cuando tú y yo ya no estemos aquí. Hay que tener fé en nosotros mismos, hay que creer en ti. Yngwie no es un gran compositor, es un atleta de los punteos, talento el justo. Pero a veces no ganan los mejores, a veces ganan los luchadores.