martes, agosto 05, 2014

VIVIR SIN CONDICIONES

Trabajo, quiero a mi hija y a mi mujer, sigo escuchando a los demás, hago reír cuando puedo y no me quejo más de lo necesario de mi dolor de espalda. Con casi 38 años no puedo decir que esté perfectamente amueblado; descarrilo, desvarío y me ofusco, también lloro y hago cosas geniales.

Pero sí es con la edad que descubres que no hace falta pasarte todo el día marcando terreno, que la rectitud y la inteligencia consiste más en callar que en opinar, que puedes hablar de consultas o de Gaza sin pensar que lo sabes todo y que los demás son imbéciles. Marcar perfil ya no me hace falta, hay retóricas que no llevan a ningún lado. La espina dorsal de mi vida está en mi hija y mi mujer, en lo que les debo, y en una cierta idea de honradez que debo mantener.

Caer y levantarse. Vivir sin condiciones, sin rencores ni agravios. El mundo es muy delicado ahora, hay algo muy provisional en todo. Hay que replegarse y agarrarse a las pocas cosas que verdaderamente tienen el valor de trascender. Mi hija, mi mujer, mi idea del amor y de dios.