jueves, septiembre 17, 2009

ALICE COOPER, MEDIADOS DE LOS SETENTA: ALCOHOL Y OBRAS MAESTRAS

La etapa intermedia de los 70 de Alice Cooper está dramáticamente infravalorada, y no sé como los noticiarios televisivos o las tertulias radiofónicas no tratan este tema en profundidad. Sus discos con la Alice Cooper Band son obras maestras y nadie lo duda, el único debate es el ranking de cada uno (bien, Muscle of love está tambíén un poco infravalorado ante School´s out o Billion dollar babies); luego está su primer disco solo, Welcome to my nightmare, que tiene los parabienes de todo el mundo, pero en cambio pocos se acuerdan de esa etapa intermedia (antes de que Alice se desconectara del mundo y bebiera y malviviera hasta convertirse en una especie de yonki esquelético y fantasmal, por la época de Special Forces, 1981), una etapa con Alice grabando Alice Cooper goes to hell (1977) y Lace and Whiskey (1977), que en mi opinión son igual de buenos que todo lo que había hecho anteriormente.


Es increíble como el alcohólico Alice vivía, entre los años 1976-77, su pico creativo de esa forma, mezclando cerveza y decadencia con jazz, blues, country, musical de Broadway y rock n´roll de forma tan natural. Escuchad Alice Cooper Goes to hell y atreveros a negar su condición de obra maestra: empieza con un duro, serpenteante y jodidamente maligno Go to hell, uno de sus temas más originales y quizás mi favorito, sigue con el frenético You gotta dance, que parece sacada de la banda sonora de Fama, luego pasamos al ambiente de club de jazz de I´m the coolest, la balada I never cry, la escena Broadway de Give the kid a break... y sigue así hasta el final, un carnaval de estilos, una fiesta, e igual pasa con el siguiente disco, Lace and Whiskey.


Alice pasaba de todo y mezclaba estilos con toda la gracia y el acierto, se le permitían las bromas y él las gastaba. Luego, después del destacable From the inside, de 1978, que escribió junto al letrista de Elton John Bernie Taupin, perdió la cabeza y facturó sus discos alcohólicos que no recuerda ni siquiera haber grabado (Flush the fashion, Da da, Special Forces...), pero que son también interesantes e imprescindibles para el fan. De mediados de los 80 en adelante, ya sobrio y decente, combinando la música con el golf y la televisión (no hacerla sino verla, Alice se pasa horas cada día delante de la pequeña pantalla), The Coop se dedicó a atacar la yugular del público teen, recuperó sus señas de identidad, su personaje de Alice y se pasó los siguientes lustros adaptando su sonido a la época de turno, para no perder el tren ni el dinero: se amoldó al hard rock de los 80 (Constrictor, Raise your fist and yell, que siguen sonando bien), al hard rock más FM (Trash, Hey Stoopid, con el tiempo he aprendido a apreciar más el segundo), al sonido grunge (el conceptual The last temptation), a los muros de sonido metálicos de finales de los 90(los pesados y plomizos Brutal Planet y Dragontown), y finalmente y por suerte, al renacimiento del rock más directo, que marcan The eyes of Alice Cooper y el excelente Dirty diamonds del 2005; de postre, graba la mierda con patas que es su último disco, del que ni siquiera recuerdo el título. Una carrera fascinante en los aciertos y los errores, con momentos poco valorados como estos despampanantes Alice Cooper goes to hell y Lace and Whiskey ¡A reivindicar se ha dicho!


(De gira en 1977. Mola)