domingo, marzo 08, 2009

DEEP PURPLE: "STORMBRINGER -REEDICIÓN" (1974)


Desde la reedición de In Rock hace ya más de diez años, espero ansioso cada relanzamiento del catálogo de Deep Purple. Son las reediciones más cuidadas, las más completas, las más pedagógicas en cuanto a la información gráfica e histórica en el libreto (no en vano, Deep Purple es de las bandas más seriamente estudiadas por sus fans, como demuestran las webs The Highway Star, su competidora The Deep Purple Appreciation Society y el megastore impresionante de miles de bootlegs que es Deep Purple Hub, las tres webs las recomiendo, yo las sigo casi a diario) y sobretodo, estos lanzamientos son los discos de Deep Purple que amamos, limpios y relucientes de nuevo para que sigamos opinando lo mismo, que desde In rock hasta Stormbringer todo son obras maestras.
Acaba de salir pues la reedición del último disco del Mark III de Deep Purple, Stormbringer, el disco funk, el disco por el que Ritchie Blackmore perdió totalmente el interés por la banda y se largó a cumplir su sueño medieval con Rainbow. Stormbringer es peor que Burn, más que nada porque quién puede mejorar ese disco, pero diría que es más exhuberante, con Stormbringer te lo pasas pipa porque aquí están todas las influencias que traía cada miembro de la banda: los riffs hardrockeros que despachaba Ritchie desde lo más profundo de su enferma psique, el blues con alma vieja del joven Coverdale, la apropiación negroide de Glenn Hughes, el clasicismo de Jon Lord; todo está ahí en un collage sin sentido pero como digo, exhuberante.



Desde luego, la grabación del disco en Munich no debió ser fácil, queriendo tirar cada uno por su lado, con cada ego queriendo grabar las canciones a su manera y estilo, supongo que el productor Martin Birch tuvo que hacer malabarismos diplomáticos para que la cosa llegara a buen puerto y los interesados continuaran hablándose al final de cada sesión en el estudio. Blackmore quería grabar temas como el que titula el disco, Stormbringer, cortes a base de riff, rock n´roll duro y sin concesiones, Coverdale por su parte quería soul como en Soldier of fortune (que grabó casi a hurtadillas, nadie confiaba en ese tema, solo él... y Ritchie), es curioso lo rápido que evolucionaba Coverdale, un mocoso que casi ni había entrado en un estudio de grabación y que en su segundo disco con Deep Purple ya estaba en el nivel de discutirle el ego a cualquiera de la banda y de entregarse con tanta confianza como en este tema, Soldier of fortune, amado por todos los fans de la saga purple; y el funk de Hold on era el tipo de canción que hacía que Ritchie pillara la guitarra en las sesiones de grabación y tocara como un autómata, pasando de todo, como siempre hacía cuando algo no le interesaba, como en este caso la música negra. Stormbringer es sin duda un puzzle hecho de piezas que en teoría no encajan, y sin embargo lo hacen finalmente, y bien.
Holy man es mi tema favorito, con un Hughes que baja y sube el listón emocional a su gusto, un corte clásico, pero todo aquí es música rica y diversa, un disco collage que para mi culmina a lo grande la etapa Purple sin Gillan ni Glover, de hecho, con Gillan Stormbringer habría sido imposible.



A partir de aquí, estamos en 1974, la banda se hinchó a conciertos, con un repertorio recio en el que no cabían demasiados temas nuevos y sí versiones dinosáuricas de temas como You fool no one, de Burn, con mínimo veinte minutos de música, y rocanroles fáciles para la banda como el pegadizo Lady double dealer, de Stormbringer; en escena los Purple de Coverdale y Hughes eran prepotentes pero huracanados, con una combinación perfecta de energía y virtuosismo, como escuchamos en directos editados en los últimos años como el Live in London 1974 o el Live in Paris 1975, que he escuchado hasta quemar. Lo siguiente sería la marcha de Ritchie y la contratación de un joven genio con carrera propia y a la postre corta vida, Tommy Bolin, pero de eso hablamos cuando salga la reedición de Come taste the band. Que sea pronto.