miércoles, julio 29, 2015

CAZAR

Cazar para comer está bien. Quiero decir, estás acabando con la vida de animales que están en libertad. Comer carne la comeremos por los siglos de los siglos. Matamos a millones de animales al día, en las condiciones más poco naturales y masivas que podamos imaginar, de modo que me parece bien salir al bosque y disparar a criaturas en su hábitat, sin máquinas cortadoras ni fluorescentes cegadores.

Recuerdo cuando era muy pequeño, mi padre todavía iba a cazar cuando lo invitaban. Venía a mi habitación y me prometía que cuando volviera me dejaría un enorme jabalí debajo de la cama. Aquí termina mi relación con la caza; si no cuento las perdices, pichones, alguna becada, venados y etcétera, que he tenido el gusto de comer en mi vida. No me remueve la conciencia. Me gusta. Cazar es parte de la vida. Cazar para comer animales.

Me retumba sin embargo el cazador que maltrata a sus perros, la brutalidad que se comete contra los galgos, de la que todos tenemos mucha información hoy en día. La mafia y el tráfico de animales salvajes por razones de moda y coleccionismo. Y por supuesto el insoportable imbécil que ha matado a un pobre león, que resultaba ser El León, por el simple placer de hacerlo. Recuerdo la cara que se me quedó cuando vi la famosa foto de nuestro anterior rey en África, posando orgulloso junto a un espectacular elefante, su trofeo de caza. Siempre que he vuelto a ver esa imagen he sentido ganas de llorar, y también de desgarrar el ano del Borbón con la misma escopeta con la que asesinó a una criatura única e inocente.