jueves, noviembre 20, 2014

MI CAJÓN TÓXICO


Hay gente absurda, tóxica, gente que contamina el mundo y ensucia el jardín.

Ayer en una reunión, un tipo que hablaba gritando, imponía sus opiniones a golpe de volumen, era agresivo, no escuchaba, hablaba de él, él, él. No tardé en abrir mi cajón de las personas que seguro, son idiotas, por lo menos en un 95%, un cajón en el que últimamente he metido a un insoportable concursante de Top Chef, por ejemplo (sí, el del hinojo); abrí el cajón, digo, y metí a ese burro sin salvación. Todos los allí presentes lo sabíamos, y santa paciencia, podríamos habernos puesto de acuerdo y degollarlo allí mismo, pero nos pierde la bondad. Todos lo sabíamos menos él.

Son esas personas que no merecen paciencia, que las ves y desprenden un halo molesto, podredumbre que lo atasca todo. Me incomoda su presencia, me parecen necios sus comentarios, su prepotencia. Son personas con esa tara, otros tenemos dioptrías, cojeras o bajadas de tensión.

La lección es que normalmente son ese tipo de personas las que, en el fondo, son un reflejo de ti, y que por eso las odias. Ok, acepto. Yo tengo un algo, o un mucho, de todos mis seres odiados, los del cajón. Y aún así, la reflexión me parece una estupidez. Mi toxicidad, mi estupidez y mi cobardía están ahí para quién quiera preocuparse de ellas. Pero que no me toquen mi cajón.