miércoles, febrero 06, 2013

EXALTARME

Odio montar pollos, exaltarme. Y no debe ser este el primer post sobre este sentimiento desde que abrí el blog. Que no puedo. No me gusto cuando me exalto, las palabras se me atragantan, gesticulo como un muñeco idiota escacharrado, pierdo el norte de la conversación, soy como un cohete lanzado por un mono en dirección a ninguna parte. Los hay que disfrutan en la tensión, en la discusión y en el cargarse de razones. Lo mismo la montan en la cola del pan que en una conversación entre amigos. Y yo no quiero parecerme a ellos. Si algo me ha dejado mi padre es la capacidad (otra cosa es que haga uso de ella) de pararse, distanciarse y valorar las situaciones. Luego te ahorras disculpas y prisas para pedir perdón. En distancias más gigantescas y mediáticas, no sé, a mi también me gustaría atormentar a gritos a algunos políticos, pero en la cercanía, necesito controlar mis emociones, sino me voy hacia la tormenta como un barco a la deriva. No me gusta perder el equilibrio, hablar más de la cuenta, salirme de la carretera, por no hablar de alzar la voz y cargarme de razones como un primate.