domingo, septiembre 06, 2015

CAGAR


Mi hija está empezando a comprender que cuando papá entra en el lavabo con una revista, quan el papi va a fer caca, pasarán 5, 10, 15 minutos y no habré dado señales de vida.

Las mujeres lo lleváis como un trámite inevitable. Los hombres lo aprovechamos en nuestro beneficio, lo convertimos, ilusionados, en una pequeña celebración diaria. Sabemos que es inevitable cagar, por tanto, buscamos el mejor momento, el mejor libro, la mayor tranquilidad, el lavabo limpio, el resto de habitantes de la casa ocupados en otras cosas. Y entonces, ese es el momento.

Con la edad, descubrimos que el sexo es una bonita experiencia tan sobrevalorada que ya no sabemos si hasta ahora lo hemos hecho bien, o somos como tractores; realmente, no sé si follo bien. Pero, yeah, cago de puta madre. De hecho, mi cuerpo, durante décadas se ha acostumbrado a mi ritmo pausado en el w.c, y sabe que a mi me gusta disfrutar del momento, por tanto alarga la experiencia, distribuyendo de forma inteligente los tempos y el material, y me lo pone fácil para disfrutar sin prisas de alguna revista rockera, o de algún combate de los Klitchko o Lennox Lewis en la tablet.

No hablo de fijaciones sexuales, no quiero ver a gente cagando. Quiero ser yo quién cague, en mi soledad y con mis reglas. He pasado momentos horribles en lavabos inmundos, sin poder disfrutar de mi momento. Y cuando esto pasa (y puede ocurrir también en el reluciente lavabo de tu casa), mi recto se cierra en banda, y puedo pasarme días sin acudir al wáter. Lo que es una angustia tremenda para mi. Siento que exploto, lo paso muy mal.

Pocas veces me he sentido tan acompañado como cuando leí que Keith Richards se ha pasado media vida en el lavabo, no únicamente metiéndose jaco, o tocando unos acordes, sino simplemente sentado en la taza con los pantalones bajados. En paz. Como a mi me gusta,