lunes, abril 07, 2014

RASURADOS, PELOS, BARBA

Bien, leía hoy que los rasurados genitales, tan en boga en los últimos años, son caldo de cultivo de enfermedades infecciosas. Lógico, todo lo hortera es infeccioso. 

Nunca he entendido esa fiebre por quitar pelo de las zonas donde más bonito queda. No le veo el atractivo, es chungo, poligonero, no rockea. Soy muy básico en esto. Lo natural me gusta. Me gusta que todo esté bien cuidado y natural. Algo que en absoluto cumplo yo con mi barba. Quería hablar de mi barba.

Mi barba me ayuda a aparentar la edad que tengo, y a no parecer un espécimen extraño con rasgos de adolescente. La barba nos ha salvado a los que íbamos justitos en el físico, los que, apurando, nos hemos podido comer algún rosco dejándonos crecer el pelo en la cara y ganando, no sé, interés, o algo así. Mi barba es extraña, no es uniforme en cuanto a paleta de colores, crece rebelde, muy a su aire, y su dueño no es el mejor y más constante jardinero que podía tener. Últimamente me gusta dejar que crezca hasta que mi mujer, o alguna amiga, me advierte de que me estoy pasando. Por otro lado, afeitarse me parece el coñazo más grande por el que puedo pasar.   

Siempre recordaré que de niño, una profesora les puso una nota a mis padres junto con mis calificaciones, decía: "no cuida de su aspecto personal". Bien, hoy puedo decir que en cuestiones de barba, esa profesora no iba nada desencaminada. Otra cosa es pensar en la poca sensibilidad que implicaba una nota así. Nadie deja de cuidarse, y sí deja de confiar en sí mismo. Supongo que era más fácil describir a un niño como descuidado, sucio o lo que fuera, como decían de mi, en vez de preguntarse por qué lo era.