martes, marzo 23, 2010

NIÑOS EN ESPIRAL

Antes que nada decir que me fascina todo lo que se va a la mierda. Las espirales autodestructivas, el remolino negativo que hace que muchos se hundan con la botella entre los brazos, la capacidad que tenemos los humanos de levantarnos cuatro paredes para no poder huir y cavarnos un hoyo que nos lleve al infierno. Lo hacemos conscientemente y no queremos saber nada de salidas ni manos amigas. Por eso me quedo mudo cuando presencio, día a día, que eso les ocurre a niños que no llegan a adolescentes. Chavales de 9, 10 años que inconscientemente están decidiendo a cada minuto que el mundo no va con ellos, y que lo mandarán todo al carajo en una paciente tarea de hormiguita que durará los años que sean necesarios. Trato de explicarme porque un niño, de un curso a otro, decide dejarse arrastrar por su propio remolino negativo. Le ves dando vueltas por el patio sin sentido ni armonía con el entorno, balbucea palabras y gestos, lo que le dices no le afecta, ni siquiera le rozan tus palabras (aunque hay profesionales dotados de talento e inagotable energía que si lo consiguen, presenciar su labor a diario es mi privilegio); y ves cosas que sus padres igual ni se imaginan, un niño que quiere irse, físicamente, mentalmente. Decía antes que me fascinan las corrientes negativas porque concibo la vida como subidas y bajadas, la vida es así, pero cuando alguien decide que a partir de hoy bajará y bajará, se me hace un nudo en la garganta. Necesitamos rodearnos de energía positiva, y el niño que se escapa de la escuela y juega a la nada con todo el mundo tiene que conectarse a eso tarde o temprano. Cuando entro en clase y se me va la mano solucionando conflictos a golpe de grito marcial siento que no estoy haciendo bien mi trabajo ¿qué van a ver ellos en mi? ¿un tipo que consigue lo que quiere gritando? Corrientes negativas, y yo quiero que vean que el mundo remonta, y que es maravilloso dejarse arrastrar por las corrientes si estas son positivas.