sábado, abril 04, 2009

IAN GILLAN: "ONE EYE TO MOROCCO" (2009)


Hace pocas semanas Ian Gillan tuvo una de sus noches chungas en el escenario, ya se sabe, cantaba Space truckin´ y de su boca salían sapos, culebras y papel de lija, pero voz, lo que se dice voz, nada de nada. Aunque no era la primera vez, ni la vez número 100 que a nuestro héroe le desaparecía la voz (histórico aquel concierto grabado en video en Paris, 1984, con Gillan incapaz ni de emitir un susurro), en esta ocasión se sintió mal por haber defraudado a sus fans, y de vuelta al hotel, después de una ducha y todavía con la toalla enroscada al cuerpo, enciende su cámara y se autograba un mensaje de disculpa que luego cuelga en su web, junto a él, en la imagen de la cámara, vemos el teléfono móvil, enseres personales y, atisbo, una botella de whisky, no cambies nunca Ian. Él es así, hace cosas raras, graba mensajes medio en bolas, confunde constantemente en sus despistadas entrevistas, llena el escenario de orinales (lo hizo allá por el 87, porque odiaba el montaje tan moderno y faraónico de la gira House of the blue light) o se pasa todo el concierto insultando al promotor por inútil, como hizo en su última y ya lejana visita a Barcelona.

Pero todo esto forma parte de su personalidad y resulta entrañable, en cuanto a su arte, Gillan tiene ya pocos atributos que ofrecer, está muy mayor, pero en escena sigue descalzo, intentando que no le echen del curro y defendiendo el cancionero purple en interminables giras. En esta ocasión, le toca defender el estado de su creatividad cuando cuenta ya con 64 años. Su nuevo disco en solitario se titula One eye to Morocco, y es el primero desde aquel extraño compendio de world music de Carrefour llamado Dream Catcher, de mediados de los 90. Ahora Gillan no rockeará duro a la inglesa como hacía con su banda a fines de los 70 y principios de los 80 (grandes años para él, cuando tenía que ganarse el pan fuera del paraguas de su banda madre y lo hacía bien y con honestidad), pero One eye to Morocco tiene una cierta enjundia, hay electricidad, variedad estilística, y Gillan (que a ratos recupera su vieja armónica) canta con fuerza, de hecho siempre lo hace, por más que sus cuerdas vocales estén ya de jubilación en Polaris World. Más que el disco, es la noticia de verlo todavía en la palestra, paseando rarezas y leyenda a partes iguales.