domingo, enero 16, 2011

BLUE MURDER, 1989


El disco homónimo de debut de Blue Murder, la banda que formó John Sykes con el viejo coloso especialista en trabajos temporales bien remunerados (¿TTBR?) Carmine Appice (aprovecho para lanzar gratuitamente un titular de demagogia rockera: No me gusta como toca la batería Carmine Appice, tampoco me convence su hermano, y creo -¿seré el único?- que Cozy Powell, que por cierto grabó las primeras demos de Blue Murder, fue un batería carismático pero muy, muy sobrevalorado. Ahora, pegadme); Sykes, Appice más Tony Franklin al bajo, y producido por Bob Rock, Blue Murder es el disco de hard perfecto para el periodo 1987-90. El disco por el que perdían el culo Kiss y el mismísimo Coverdale, que empezaba a zozobrar con la continuación de 1987 (Slip of the tongue, que por otro lado me parece un buen disco). Hay en estas canciones un montón de buenas ideas (Sex Child lo tenía todo para convertirse en un standard hard rockero de la época), y un tipo, John Sykes, en plenitud de confianza, vengándose del trato que recibió en Whitesnake, donde Coverdale exprimió sus neuronas y le dejó luego tirado. El hard de Blue Murder, y el de la época, era americanizado, grande, satinado, de confección elegante, canciones muy producidas, de curvas sinuosas y sonidos elevados. Ya no se follaba en el barro ni en los baretos, sino en coctelerías de luz azulada situadas en la azotea de algún rascacielos de Miami Beach, con señoras agazapadas a contraluz, pelo rizado y tacones de aguja. A finales de los 80 el hard que marcaron discos como 1987 o Blue Murder era pretencioso, esencialmente mentiroso, no era como aquellos Twisted Sister que se acercaban al adolescente y le decían tío, la vida es una mierda, sal y bébete una cerveza. Ahora había chicas impresionantes, pero estaban más lejos, todo era más distante, y ningún adolescente podía llevar esos peinados de ciencia ficción, ni pagarse un Tanqueray on the rocks en un local de moda de Miami. El rock duro se convertía en un pop ruidoso, barroco y de diseño (¡incluso Deep Purple lo intentaron con Slaves & Masters!), canciones afectadas y de contornos suaves. 9 semanas y media. Pero había talento, y así, discos como este Blue Murder, con canciones muy elaboradas no solo en producción sino en estructuras, funcionan a las mil maravillas en el estado mental correcto.