lunes, octubre 04, 2010

NEIL YOUNG, LE NOISE


No entiendo la sorpresa con el disco de Neil Young. Es decir, entiendo que guste o no, pero nada más. Hoy día estamos curados de espantos, la música nos ha dado tantas alegrías, decepciones, infartos etc. que nuestro cuerpo ya segrega suficientes plaquetas para cuando escuchamos algo supuestamente... ¿sorprendente? ¿difícil? Somos perros viejos, sí. Había que estar a principios de los 80 para saber lo que era que Neil te la diese con manteca con aquel vocoder y Nils Lofgren a su lado pegando saltitos idiotas. Ahora en cambio, Le Noise me parece coherente con lo que está siendo la carrera de este hombre desde los 90. Si todas las canciones fueran acústicas, lo compararían con Praire Wind, pero aquí Neil ha cogido su distorsión y se ha encerrado con Daniel Lanois en una cueva donde sonidos y palabras reverberan y rebotan hasta el infinito. Si escuchas este disco en el momento correcto, como es mi caso, te sientes irremediablemente atraído, aunque luego pienses que es mejor o peor que el anterior, o que el maestro Chrome Dreams II. Hitchhiker, Angry world, Sign of love o la acústica Love and war, no dejo de escucharlas. Sonidos de una mente cortocircuitada, palpitaciones eléctricas antes de la tormenta, una bombilla parpadea, el hilo musical de una estación lunar abandonada. Más o menos.