lunes, mayo 03, 2010

JAMÓN ECOLÓGICO

Hay muchos carnívoros que respetamos a los animales tanto o más que los vegetarianos. Ayer estuvimos por segundo año en la muestra Biocultura de Barcelona, un lugar donde a parte de jalar, que es lo que hacen la mayor parte de los visitantes (aunque nada comparable a los miles de famélicos que pierden la dignidad por una miga de pan gratis en el Barcelona Degusta, eso si que es patético), puedes sacar mucho en claro respecto al mundo de la alimentación en clave ecológica. En uno de los puestos, una pareja entrañable de Huelva nos estuvo explicando como producían su excelente jamón y embutido en Jabugo. Tienen una finca pequeña y junto a otros dos o tres productores, son los únicos que se empeñan en tratar todo el proceso del cerdo ecológicamente. Sus animales viven en plena libertad, los sacrifican a los 20 meses en vez de a los 14, y lo hacen sin dolor, mediante un moderno proceso que hace que el animal muera inconsciente y que por ende, la carne tenga más calidad, nada bondadoso pude salir de un animal que ha gritado y ha sufrido; en su caso, incluso el transporte de los marranos al matadero se hace decentemente, ni hablar de bestias apelmazadas en inmundos camiones. Luego, como en el caso de las verduras o la fruta, el producto ecológico resultante es símplemente mejor. Ellos lo hacen por convencimiento moral, porque si tuvieran que mirar por la pasta ya estarían actuando como las demás empresas de la zona. El suyo es un acto de resistencia, de guerrilla, y cuando esta noche me he comido unos grasientos cortes de lomo del que les compramos ayer a Armando y Loli, que así se llaman ellos, me he sentido alguien afortunado y bueno. Que el hombre coma de animales que han vivido dignamente es mucho más inteligente que comer lechugas de por vida. En casa procuramos que el pollo sea de corral, como los huevos, y la verdura ecológica, y día a día vamos aprendiendo que el hombre cultiva vegetales y mata animales para comer, y que nuestra obligación es procurarles a estos una existencia digna y acorde con su naturaleza, mimar al fin y al cabo lo que luego nos comemos.