viernes, febrero 20, 2015

SIRO


Siro se merecía cuatro líneas por aquí.

Nuestro perrito de seis semanas no ha podido con la segunda vacuna y se nos ha ido. Era un diablillo, no paraba de hacerse pipí por toda la casa, tenía agotados a Tini y a Cotton, dos viejos lobos de mar de vuelta de todo; en cambio, Nahir le hacía de mamá, lo marcaba y lo dejaba dormir en su regazo.

En los últimos días, Siro se dejaba querer, respondía a su nombre y venía hacia ti como un pequeño panzer averiado, se desvivía por las caricias, y daba menos la lata mordiendo pantalones y zapatos. Lo mejor era que Marina lo quería mucho. Su Sirito, el cadellet. Marina entraba en casa siempre con unas ganas tremendas de acariciarlo. Se nos ha roto el corazón cuando le hemos explicado que al volver a casa Siro ya no estaría, porque sus hermanos lo habían venido a buscar para ir a vivir a una casita en la montaña; Marina primero ha dudado, "però el Siro és el meu amic...", ha sido complicado, pero al cabo de unos minutos, nos ha desarmado completamente, cuando ha concluido: "Estic contenta de que el Siro estigui amb els seus germanets!". Algo perdemos, y algo ganamos, el amor nos envuelve y ha de servir para algo. Era esencial que Marina entendiera de la forma más suave posible que Siro ya no está en casa.

A Siro lo abandonaron, junto con sus hermanitos, en una caja. Como tantos casos en este país de mierda. Podría haber pesado 30 o 35 kilos, y lo habríamos pasado en grande con él. Me gustan los perros, y me da mucha pena que Siro se haya muerto. Tendré que hacer caso a mi hija y estar contento, Siro está con sus hermanitos en su casa de la montaña.