domingo, enero 20, 2008

JOY DIVISION, "CLOSER" (1980)


No hay nada mejor que descubrir una banda de culto y darte cuenta de que todas tus expectativas, toda esa fama, estaba más que justificada. Hasta hace poco, Joy Division únicamente eran importantes para mi porque habían sido una clara influencia en la música de mi héroe David Eugene Edwards (antes con su banda 16 Horsepower, ahora con Wovenhand) y porque Marta siempre me cuenta leyendas de su época de fashion victim siniestra, cuando escuchaba a The Cure, Sisters of Mercy y, claro, Joy Division. A partir de ahora, serán también importantes en mi vida simplemente porque su música es algo inaudito.
He comprado la preciosa reedición de su segundo y último álbum, Closer, de 1980, el testamento musical de un hombre, Ian Curtis, que ahora está de moda entre moderniquis, via biopic titulado Control, quién se suicidó poco después de grabar el disco. Es una música angulosa esta, desviada, desvariada, de una rara y obsesiva intensidad, algo muy personal, un mundo en si misma. Curioso descubrir que uno de los mejores temas, Isolation, se convirtió en semi hit gracias a la fantástica versión que grabaron Therapy? años después. Aunque anécdotas a parte, meterte en las ondas de Atrocity Exhibition o Passover es acceder a un mundo de extraña incomodidad, como un dolor continuo y martilleante, que no llega a sangrar, pero que siempre está ahí. Pero la música dolorosa puede ser algo bello, y este disco lo es. Desde luego, en la época no había nada que se le pudiera comparar. Ian Curtis, menudo personaje, un genio rasurado por dentro, que no se permitió alargar más de 23 años su genialidad, y posiblemente su dolor, su vacío. Todo por supuesto, está aquí, en este disco.