miércoles, febrero 08, 2012

EL OÍDO MUSICAL DE UN BEBÉ

Es curioso como, en el mundo ultra visual en el que vivimos, para un bebé la vista sea el sentido menos desarrollado, el más inútil. Tardan semanas en distinguir formas, en identificar objetos y personas por la vista. El oído en cambio, está más desarrollado desde los primeros días. O por lo menos eso es lo que noto con mi niña. Hoy un amigo me ha enseñado una aplicación para móvil que te permite montar tus propias ambientaciones musicales para relajar a tu bebé: pongo un fondo de "hoguera de campamento", le añado una melodía de "caja de música", un poco de sonido de viento lejano y unos cuantos pajaritos del bosque, y si me siento un poco surrealista, le añado el canto de monjes budistas, o el entrañable golpeteo de una mecedora mientras aúlla el lobo en las colinas. Y así construyes tu fondo musical para que tu pequeña se relaje mientras le cambias el pañal. Hoy ha colado, y le ha cambiado la cara con la melodía que le había montado, igual de ojoplática que yo cuando escuché por primera vez el Life after death de Iron Maiden. Lástima que a los cinco minutos haya decidido cansarse, pasar de la novedad, y optar por el clásico berrinche. Como su padre, que cada vez tiene menos paciencia con la música nueva, y si no le interesa lo que escucha, a los cinco minutos recurre a la calidez y la seguridad de un disco de Rory Gallagher o los Stones.