sábado, marzo 22, 2014

LAS COSAS TRISTES QUE SON BONITAS


La música de Townes van Zandt sirve para llorar. Lo supe desde el primer día que escuché Waitin´around to die, o Flying shoes, una de esas.

A Townes te lo llevas a la tumba con un nudo en el estómago. Escuchar sus canciones es siempre un acto de valentía. Hay que tener un par de huevos para enfrentarse a esto, sentirlo, y pensar que el día puede terminar bien. ¿Te gusta verle las orejas al lobo? Townes será tu mejor amigo, te acompañará y beberá contigo. Aunque tiene miles de fans que adoran su country folk depresivo, de esto-es-lo-que -hay-y-así-se-lo-cuento, Townes es solo mío. Cuando escucho sus discos no me planteo que haya alguien en el planeta que esté haciendo lo mismo que yo.

Las canciones de Townes. Joder, las tengo atadas en el estómago, las llevo siempre encima. Me pesan, pero como pesan las cosas tristes que son bonitas.