martes, abril 19, 2011

MOURINHO

Mourinho es un necio, pero es tan necesario para el Barça como Moriarty para Sherlock Holmes. Los forofos del fútbol de tertulia carajillil y los inútiles periódicos deportivos deberían ingresar una buena cantidad de euros en las cuentas de este portugués porque no solo entrena a su equipo, sino que enciende polémicas, polariza a las aficiones, saca de quicio y vende periódicos, muchos periódicos. Genera beneficio. Al cabo de los meses, su discurso ha perdido fuerza y misterio, por quejica, fatuo y circense, pero al principio, Mourinho vino aquí como un malo de cine negro, y desde Barcelona se le temía, y todavía se le teme en cierto modo. Si nos encontráramos en otra era menos feliz para los culés, la sola pronunciación del nombre "Mou" provocaría cientos de infartos en cadena por Catalunya. Me fascina que Mourinho cultive con tanto mimo su papel del lado oscuro, y me fascina todavía más que los madridistas se vistan de blanco (pero del blanco de los soldados del Imperio) y sigan a este Darth Vader por donde sea que les lleve. Moralmente deleznable, el discurso de Mourinho no solo provoca asco, siempre tratas de descubrir qué hay detrás de la provocación, qué hilo de pensamiento le lleva a decir tal cosa o tal otra. Nadie punza tan bien la fibra nerviosa culé como Mourinho; nos conoce, sabe que todavía andamos muy tiernos y nos busca. Su rostro y porte le va como anillo al dedo, mirada penetrante, canas perfectas, ojeras perfectas, gesto calmado y palabras susurrantes. Luego también sabe explayarse, ser hooligan cuando el escenario lo requiere. Es un populista vestido de capo de la Stasi, imagino a Mourinho como un funcionario de alguna Securitate de más allá del telón de acero, dando caza a algún disidente, al estilo de La vida de los otros. Su atractivo de película fría y silenciosa de Jean Pierre Melville, su supuesta inteligencia y su capacidad manipuladora contrasta con sus firmes creencias cristianas. Hay en Mourinho un gélido espía de la guerra fría, pero también un hooligan que arenga a las masas y se caga en el respeto al rival, y más allá, un hombre familiar y religioso. Y un mercenario también. En fin, como digo, el mundo le necesita, pero debería reestructurar su personaje, ya que en las últimas semanas pierde fuelle, no deja de repetirse y se queja como un crío repelente. Yo lo prefiero de nuevo al acecho, con traje, gabardina y sombrero, entre la niebla, en la oscuridad de un callejón, con la mirada y las palabras justas, amenazando el buen rollete de Guardiola y los suyos. Sí, los culés le necesitamos. Toda buena película necesita un villano que sea tan inteligente y atractivo como el héroe. Un villano que nos conoce y por eso es temible. Ahí es donde está el drama. A disfrutarlo.