martes, enero 11, 2011

MONTROSE


Wikipedeando te enteras de cosillas. Por ejemplo, que el bruto batería de los actuales Scorpions, James Kottak, tocó con Ronnie Montrose a finales de los 80, o que Bill Church y el propio Ronnie Montrose participaron en el inagotable Tupelo Honey de Van Morrison (recomiendo disfrutar de los espléndidos artículos que le está dedicando TSI-NA-PAH al gran Van the Man). Y luego giras la carpeta del vinilo del primer disco de Montrose (1973) y lees que Ted Templeman produjo este torpedo. Poco puedo contar de Montrose que no sepáis, es decir, nada. Que este disco quema asfalto como pocos, que en los setenta hay obras que huelen a gasofa y alquitrán, y que eso es irrepetible. Como defensor a ultranza de Sammy Hagar, me enorgullezco de que su carrera empezara de esta forma, marcando paquete al lado de Ronnie Montrose. Rockeando duro. Luego Sammy se salió de la banda y rubricó una carrera en solitario, en gran parte, tremebunda (Live 80, VOA, ese primer disco homónimo con una de esas portadas Hypgnosis que más me han obsesionado, y su carrera de los noventa para arriba, rica en discos rockeros más nutritivos de lo que pueda parecer), y ah, aquellos impecables discos de hard ochentero con los ahora insoportables, idiotas, hermanos Van Halen (¿Pero es que ningún fan de Van Halen se siente estafado después de tantos años de estupideces? ¿Nadie va a protestar? ¡Por favor!). Bueno, creo que Rock Candy, pesada, densa y sucia, Bad motor scooter, tan Hagar, o Space station #5 son tan buenos argumentos como los temas restantes de Montrose. Mete el disco en la guantera y que arda la carretera. Rock USA 100%.



SALIR A CENAR

Hay que subir el ánimo, decir basta a los problemas, arreglarse y salir esta noche. Para todos los bolsillos, algunos restaurantes -clásicos en este mi blog- que ahora me vienen a la cabeza...

La mejor barra que conozco... es la del Coure (Passatge Marimon, Barcelona), no más de cuatro metros de barra donde probar unas croquetas de carn d´olla insuperables, un tartar perfecto, una coca de sardinas... Varias veces hemos ido, ninguna decepción.

La mejor carne que he comido... en los últimos tiempos, la del Casa Paloma, uno de los locales más vibrantes de la ciudad. Un invento que funciona como un reloj. Arriba, carnes de todo tipo prohibidas a pesados vegetarianos, barra de tatars, y algo de pescado, como un delicioso tartar de salmón con crema smitana. Abajo, bar-coctelería para rematar con el gin tonic.

Ruido, lío, bullicio... Y más barras, pasear por el decadente Raval tiene ahora sentido si paro en el Cañete, teatrillo a la andaluza donde el tapeo hace ruido y bullicio. Hay tapas mejores que otras, pero el local está en su apogeo y el ritmo en cocina va que pita.

Más... Tradicional es la comida que hacemos en el San Telmo el día de Reyes. Ha tenido épocas de servicio más mimoso, pero las carnes siguen siendo de primera calidad, y las empanadillas mejor que nunca.

Bistronomics... Como el Caldeny, pequeño local con menú ajustado a mediodías, un trabajo magnífico con la carne y ajustadas ambiciones gastronómicas.

Una estrella Michelín ha recibido el Hisop, merecida o no en comparación con otros, pero una comida en este local, situado en frente del Coure, son dos horitas de tranquilidad y buen producto. He comido algún arroz fantástico, la última vez una lubina deliciosa, una cocina medida, bonita, que sabe lo que se trae entre manos. Suerte para ellos, ahora que el nivel de exigencia, y de crítica, va a aumentar dramáticamente.

Improvisar es fácil si lo haces en forma de hamburguesa, como las de La Burg, las mejores, las más cuidadas, buey forever, mejor propuesta esta que la del Filete Ruso, en la calle Enric Granados, de los mismos dueños, que no acabó de convencernos. Por cierto, las hamburguesas del Saltimbocca han acabado por gustarme, aunque esta pizzería ha tenido mejores momentos, seguro, como los primeros meses después de inaugurarse. Lo sé de buena tinta, vivo cerca.

Y arroces... Pues el estilo castizo, grasiento, tragaperras y ceniceros llenos de colillas (ya no) en La Perla, Poblesec, y más cool en La Mifanera, con un chef super especializado en la materia.

Son los que me vienen ahora. Y como es habitual... ¡Siempre acabo hablando de los mismos!