jueves, junio 14, 2012

PAPÁ Y MAMÁ

Cuando ronda tu hija por casa (increíblemente a Marina le asoman sus dos primeros dientes, dos rayitas blancas que, pobre, le provocarán bastante dolor proximamente), se afilan los cuchillos entre papá y mamá. Hay un bienestar cuando llegas al hogar que ambos necesitamos dinamitar, ni que sea por unos segundos. Reivindicar lo duro que ha sido nuestro día, lanzar algún reproche, dar un conato de portazo, dejar de decir "hasta ahora" cuando sacas al perro. El amor también se manifiesta en lo negativo, en esos cuchillos que se afilan, y que no son más que dos indefensos padres reivindicando su lugar en el mundo que ellos mismos han creado. Las situaciones así se dan, hay que expulsar los demonios de alguna forma, y a veces toca hacerlo en casa, pero nuestra responsabilidad está en saber que, en un rato, todo vuelve a su sitio, y al final, al acostarse, cuando la niña duerme y pasas balance de lo vivido, hay paz. La paz de antes del sueño es el mejor momento del día. Cómo soportaban nuestros padres dormirse enfadados, cómo se permiten tantas parejas levantarse por la mañana con los cuchillos de la noche anterior preparados para volver a darse. Una hija es el mejor regalo que recibirás, pero también, en los primeros meses, traerá inseguridad, miedo y disputas. Date un respiro, piensa antes de enseñar los dientes. Aunque sé que a mucha gente le pone estar enfadado y cruzarse, a mi me deprime. Y yo quiero ser feliz, ir a la cama con el deber cumplido, y tenerlas a las dos en mi equipo, y que ellas me tengan en el suyo.