martes, mayo 15, 2012

DE NUEVO, RESTAURANTE HISOP

Con los rigores económicos que nos toca pasar, la llegada de nuestra pequeña, el trabajo y lo corto que se te hace el día, poco tiempo nos queda para aventurarnos a descubrir nuevos restaurantes. Y cuando podemos, preferimos no arriesgar. Bajar al Saltimbocca y comerme unos sphagetti aglio olio me hace más feliz -y es más saludable para mi cartera- que ponerme a investigar. Será una etapa más, y ¡ah!, luego están las cenas. Olvidadas están las cenas fuera con un niño en casa. Ahora todos recogiditos en el hogar cuando se hace oscuro, y si alguien quiere cita, se le cita en casa, donde nuestros perros y nuestra pequeña darán la bienvenida. Sí, tantas cosas que cambian cuando eres padre, ahora por ejemplo me fio menos, y detecto más y mejor a los gilipollas de esta vida, supongo que el sentido protector con respecto a tu familia te hace estar muy atento a cuanto se mueve alrededor de tu madriguera, y hay tanto gilipollas, tanto prepotente, tanta estrellita. La humildad a veces parece que penaliza, y la estupidez se premia. Pero yo lo que quería era hablar de comida.
Hay días en los que puedes escabullirte de la rutina que todo lo traga y volver a hacerle una visita al Hisop, el restaurante con una estrella más económico de Barcelona. Por lo menos los mediodías; jamás nos ha fallado el menú de veintipico de mediodía en el Hisop, sobretodo si uno de los platos es arroz en alguna variante, negro, al azafrán... El último día (a cuento de celebrar el primer día de la madre -en fecha incorrecta, porque no sabía que se celebraba el primer domingo de mayo, empanado de mi- con mi niña y mi pareja), después de unos deliciosos aperitivos (sabrosa la navaja del delta), vino un arroz negro con alcachofas y vieira, absolutamente perfecto, todo delicadeza y armonía. Luego culminamos con un pichón también muy bien recibido. Quesos y coulant de postre. Hisop ha apuntalado su por otro lado intrascendente y aburrida decoración, y se reafirma en la nueva liga de estrellados, teniendo en la misma calle, justo delante, un eterno aspirante, el Coure, del que sin embargo siempre destaco su fenomenal barra de tapas. Una bonita comida de mediodía, de las "de negocios", con Marina sentadita en mi regazo.