viernes, febrero 19, 2010

RESTAURANTE HISOP

Ayer mi pareja me hizo, de nuevo, un hombre feliz. Lo hace cada día, pero hay momentos en que, como ayer, las emociones se desbordan. Tengo una mentalidad infantil muy acusada, y si un día vuelvo a casa a las nueve y media y mi mujer me dice que nos vamos a cenar, así, por sorpresa, un jueves lluvioso, yo al instante me pongo a dar saltitos y le pido "¡no me lo digas! ¡no me digas dónde! ¡que sea sorpresa!". Y así estuve, cantando de alegría en el coche, hasta que aparcamos a un par de manzanas del Hisop, uno de los restaurantes a los que hay que acudir, porque se habla de ellos y porque los elogios son justificados. Era mi segunda vez en este local con chef y equipo joven, decoración inexistente y blanco, blanco y blanco (como todos los jodidos restaurantes de la ciudad). El menú de noches laborables, lunes a jueves, se mantiene a muy buen precio, sobre los 25 euros, sin vino, y el cliente responde, con la pequeña sala casi llena. En estos tiempos, los restaurantes con pretensiones ajustan precios, y quién tiene la habilidad de hacerlo sin perder calidad e identidad, saldrá del hoyo reforzado cuando la crisis vaya menguando, los que dan gato por liebre se irán a la mierda, creedme. Empezamos. Los aperitivos, sutiles y bonitos como deben ser, pero lo importante es que los siguientes platos tienen fondo y literatura, como el arroz con vieira, que es una delicia, sabroso, supongo que por el mimo que el cocinero le pone al fondo de caldo de pescado; también hay una ensalada de codornices y lentejas, elemental y correcta, y de segundos a elegir entre un bacalao o un magret de pato que fileteado me habría entrado mejor. Luego recomiendo, copa de tinto en mano, tirar para el surtido de quesos en vez del postre, e ir escalando en sabores e intensidades hasta el queso más bestia del mundo, el Tupí de la tierra de mi padre. La noche pedía a gritos gin tonics y distensión, pero al día siguiente nos debemos a esas obligaciones de las que luego queremos escapar, así que nos fuímos a casa pronto, sanos, felices y afortunados.