jueves, mayo 14, 2009

PJ HARVEY & JOHN PARISH: "A WOMAN A MAN WALKED BY" (2009)


La carrera de Pj Harvey es perfecta. No entiendo como a estas alturas alguien tiene prejuicios con alguno de sus discos. Háblame de su primera etapa hasta Rid of me, una fiera con ganas de sexo, sangre, líbido y menstruación guitarrera; háblame de To bring you my love, el disco que a muchos nos abrió nuevos paisajes, uno de los grupos de canciones más decisivos en mi vida; sigue con Is this desire, evolución lógica, loable, a reivindicar; luego con la sencillez y definición, la efectividad de Stories from the city stories from the sea, mi segundo disco de PJ favorito después de To bring you my love; Uh huh her, vuelve la rugosa menstruación, incómoda y retorcida desde la misma portada, con el gesto desagradable de Polly Jean; o White Chalk, su último disco, un cuento fantástico, brumoso, una novela de Jean Austen agitada con otra de Poe. Lo digo por eso, porque lo que esta mujer ha dado a la música en los últimos 15 años es impagable, y así me acerco a su segundo disco conjunto con John Parish, A woman a man walked by, con todo mi ánimo de lucro musical. Y estoy en lo cierto, es un disco que podría situarse en cualquier momento de la carrera de PJ, temas desafiantes, con la voz de la diva frotándote y escurriéndose en cuestión de décimas, como en A woman a man walked by / The crow knows where all the little children go, o tensas fábulas que te dejan un sabor de incierta congoja: Sixteen, fifteen, fourteen; o finísimos alambres melódicos por los que PJ se pasea temblorosa: Leaving California. En el abigarrado panorama musical de ahora mismo, pocos se van a detener en los tesoros de este disco, allá ellos, PJ Harvey sigue siendo la misma, y su segunda unión a John Parish ha sido una sabia decisión.

HITO TELEVISIVO: BOB DYLAN, LETTERMAN '84.

El mejor momento televisivo en la historia de Bob Dylan son las tres canciones que interpretó en el Late Night de David Letterman en 1984.
Hacía más de dos años que Dylan no actuaba en directo cuando surgió la oportunidad que le brindó Letterman, que iba persiguiendo al cantautor para su show desde hacía tiempo. Dylan, en medio de una de sus etapas empanadas, sin disco que presentar ni gira a la vista, aceptó a condición de no actuar con la banda de programa, como era tradición en el show. Así, reunió para la ocasión a un trío de desconocidos músicos de raiz punk-new wave con los que se comprometió a ensayar una semana entera, cosa que finalmente hizo... pero a su manera. Poco antes de salir a escena el día del programa, los tres músicos habían ensayado más de 50 temas y no sabían qué demonios decidiría tocar Dylan. FInalmente bordaron una versión de Sonny Boy Williamson y dos temas de disco más reciente de Dylan, Infidels: Jockerman y License to kill.
Estos tres temas son puro fuego, improvisación total, un combo rockeando líbremente como si estuvieran en un bar de carretera. Si Bob hubiera mantenido a estos tipos y esta actitud en su siguiente gira, la de ese mismo 1984 que fue muy floja musicalmente, su carrera se habría levantado definitivamente.
Durante esta versión de Jockerman del show, es curioso ver como Dylan, en el solo final, coge una armónica en el tono incorrecto, pero tranquilamente la deja en su sitio y pide que le den otra, mientras los músicos siguen improvisando y el divo se va cabreando (Quintana, el batería, declaró luego que esos segundos con Dylan fuera de escena, en pleno show televisivo para todo el país se le hicieron eternos). Dylan bordó su interpretación, en una espontánea e inesperada muestra de genialidad y garra. Al terminar, un Letterman agradecido le da la mano y le dice: "Bob, ¿podrías hacer esto cada jueves?, y Dylan, por primera vez en todo el programa, sonríe.