jueves, abril 30, 2009

LA REINA PASA DE LARGO

La civilización tiene un reverso horrendo que nunca llegaremos a entender. Un tipo atropella mortalmente, y en posesión total de su raciocínio, a cinco personas, hiere a una docena, y se estampa contra un muro, todo en medio de un desfile real en Holanda, delante de un autobús donde estaba la família real holandesa, ante miles de personas, cámaras y periodistas. Voy a ser demagogo, voy a ser inoportuno: más que lo terrible de una escena así (perfectamente documentada en los diarios digitales de hoy) me ha impresionado que ni la reina de Holanda, ni el resto de la familia real hicieran algún gesto que honrase su cargo en una situación de esta magnitud. Que, una vez asegurada la zona, no bajaran del autobús y se preocuparan por las víctimas, que no actuaran como algo más que privilegiadas marionetas con la boca abierta y la mirada horrorizada. Tenían la oportunidad de justificar su realeza, el gesto heróico, tan sencillo, de bajar del autobús y actuar como jefes de estado. Pero el autobús con la reina Beatriz a bordo, pasa de largo y deja al pueblo abandonado al horror. La monarquía ha aprendido a vivir entre los pañales de la democracia, ablandada, fofa y vaga, mimada, solo aparecen en los funerales y las entregas de premios, cuando todo está hecho, cuando nadie necesita gestos heróicos. La monarquía es como una porcelana hortera de Lladró, nadie la quiere ya en su casa.