domingo, enero 11, 2009

TINI

No me da vergënza sentir pena porque mi perro se esté muriendo. No me da vergënza sentir pena porque mi perro se esté muriendo. Lo he dicho dos veces porque es en serio, no es una metáfora de nada. Nuestro perrito Tini se ha puesto fatal esta noche y si no hay un milagro, nos esperan días durillos. Tini es especial, revoltoso, un nervio, y muy pequeño, no llega a los siete kilos, negro y sin raza específica, es un perro que vive por y para nosotros, para amarnos y para sufrir cuando no estamos con él, en una ocasión fue capaz de lanzarse al vacío desde un balcón (un primer piso largo) porque quería venirse con nosotros. En aquella ocasión hubo un milagro y aterrizó en el suelo sano y salvo, y con una nueva lección: la ley de la gravedad existe también para los perros. Es fiel de una forma loca, Tini está loco, cuando está contento es capaz de recorrerse toda la casa a dos patas, como un canguro, y siempre te saluda como si hiciera años que no lo ves, es un sufridor nato, todo lo sufre, nuestra ausencia (aunque solo sea para ir a hacer pis), nuestra presencia... ¡sufre siempre! cuando bebe agua desesperado, como si hubiera estado vagando durante una semana por el desierto, cuando mueve la cola como un radar enloquecido al oír su nombre (aunque reacciona a cualquier nombre: hicimos la prueba llamándole "¡Manolo ven aquí!" y también agita la cola y viene). Tini está completamente p´allá, pero cualquiera que haya venido a casa alucina ¡no hay un perro en el mundo como Tini! Ahora da tanta pena verlo enfermito. Espero el milagro, si San Perro lo salvó el día que se tiró de aquel balcón, quizás ahora también pueda hacer lo mismo. Por si acaso, esta noche escucharé Call me a dog, de Temple of the Dog, o mejor: Diamond dogs, el disco de Bowie, de principio a fin (Diamond dogs siempre hay que escucharlo de un tirón). Aunque creo que Tini disfruta más con el rock n´roll más loco, como él mismo, así que mejor pondré el Dog eat dog de Ted Nugent. Que se cure, por dios.