lunes, marzo 13, 2017

REGALO EN LA MARATÓ

Me sorprendió, al cruzarme con la omnipresente Marató de Barcelona, como una pareja de mi edad más o menos, animaba a cada corredor llamándole por su nombre (lo llevan escrito cada uno en el dorsal); ¡vamos Diego! ¡tú puedes Elena! ¡Manuel ya falta menos!

No tenían ningún hijo cerca que tuviera que aprender algo de esa lección de buena voluntad. Eran solo una pareja que ofrecían, sin esperar nada a cambio, una pequeña dosis de amor personalizado a cada corredor. Buenos ciudadanos, por los que vale la pena pensar que el mundo que dejamos a nuestros hijos, quizás, no será tan horrible.