miércoles, agosto 24, 2011

ERIC CLAPTON, THE AUTOBIOGRAPHY


Las últimas páginas de la autobiografía de Eric Clapton son las que escribe un hombre reconciliado con su pasado, feliz y rico. Sus máximas preocupaciones consisten en decidir si irse de crucero con su yate o a cazar pichones por la montaña. Eric Clapton ha sido el colador por el que tantos millones hemos entrado en el blues, y posee una carrera repleta de éxitos y discos capitales; siempre ha gustado a la masa, al fan de biblioteca y al fan poco exigente, por eso sigue llenando pabellones, y está bien que eso le haya hecho rico y que lo escriba. Por lo menos Clapton es un tipo humilde, yo si fuera él no lo sería. A excepción de esta última parte del libro, el resto es una buena lectura sobre música, blues, y adicciones varias con las que este hombre ha estado conviviendo durante dos décadas y pico. Lo único que me falla es que no muestre arrepentimiento alguno por haber firmado discos de una medianía insultante, por haber confiado su carrera en los 80 al maníaco Phil Collins o por haber sido perezoso y descuidado con su arte en muchas ocasiones, sabiendo que hiciera lo que hiciera contaría con el beneplácito poco crítico de sus fans. Eric, arrepiéntete. Esta autobiografía, como tantas otras, es una buena excusa para recuperar discos maravillosos, incluso para reescuchar algunas mierdas, por si acaso te habías perdido algo. Clapton es un fan de la moda, el diseño y la vida de rico, se toma su carrera con la calma y sigue actuando con una media alta (su directo con Steve Winwood es un gran regalo), y sí, Lemmy debe estar en este preciso instante bebiéndose un Jack con cola mientras graba un nuevo disco, pero Eric no es así.