miércoles, noviembre 05, 2008

U.S.A

Con todos los defectos que pueda tener un país como Estados Unidos, defectos más grandes que los de España simplemente porque es un país más grande y poderoso, y al poderoso, al grandullón, se le notan antes las flaquezas, las arrugas en la cara, es el momento de, una vez más, recordar que en norteamérica saben más de democracia que nosotros pobres, que hace treinta años salíamos de una dictadura y encima ahora tenemos la cara de darles lecciones de derechos humanos. Se nos mueren los inmigrantes en la playa y nos atrevemos a hablar de Guantánamo, la extrema derecha está en auge en Europa y osamos criticar a los blancos del sur de Estados Unidos por conservadores y por votar a McCain. Un presidente negro en Estados Unidos, más allá de que fuera sin duda el candidato con mejores propuestas, es una lección a la prepotencia moral europea. Aquí deberíamos tomar ejemplo, allí han empezado a soñar.

SAMMY HAGAR, THE RED ROCKER.


Bien, podría estar saliendo a la calle con una cacerola y un cucharón para celebrar la victoria de Obama, o podría estar ayudando a mi señora a preparar la cena, pero ahora tengo ganas de hablar de Sammy Hagar. El rockero más hortera de los últimos treinta años ha sido también uno de los músicos más maltratados por la crítica. Yo estoy harto de alabar a los Van Halen de David Lee Roth, y cuando me harto de eso, me refugio en la etapa Van Hagar, cuando el grupo de los hermanos Van Halen y Michael Anthony, contrata al bueno de Sammy, y arrasa los charts con grandes discos como 5150 o OU182 o su último disco bueno, el perfecto For Unlawful Carnal Knowledge del 91. Eran unos Van Halen más ochenteros, con baladas por doquier, con más sintetizador, pero ganaban en melodía, emotividad y su directo no era ni mejor ni peor que con Roth, sino distinto. Yo no veo infinitamente mejor el video del concierto de los Van Halen con Roth en el US Festival que el que editaron en el 86 ya con Sammy, Live without a net, vale me quedo con el US Festival, esa locura es incomparable, pero Sammy lo daba todo en directo, él era, a su modo hortera y colorista, pura dinamita. Y era y es un gran compositor, su carrera en solitario es más que digna, probad con VOA, del 84, que incluye su clásico I cant´t drive 55, o el Live 1980, con un Hagar todavía setentero aterrorizando al público a guitarrazo limpio, o su directo del 2003, el tremendo Hallelujah Live. Sammy tiene una voz privilegiada (que en las baladas carga como aquellos tigretones dobles de cuando éramos pequeños, estoy de acuerdo), pero encima es un guitarrista notable y ya digo, ha editado fantásticos álbumes de rock. De hecho, su madurez discográfica ya fuera del influjo paralizante, psicótico y acomodaticio de los hermanos Van Halen no tiene tacha posible: Marching to Mars o Not for sale son buenos platos para cualquier fan del rock duro con gancho. Ahora que Sammy es multimillonario gracias a su exitosa marca de tequila (que creo que ha vendido y por tanto se ha forrado todavía más), sus royalties y sus cruceros donde el fan paga un buen fajo de billetes a cambio de pasar unos días en un barco tan hortera como una camisa del propio Sammy, puediendo beber tequila hasta hartarse y por supuesto, presenciar un concierto de Sammy y sus Waboritas en alta mar, ahora quizás Sammy no necesite la reivindicación de nadie, pero quién sabe, quizás lea esto y me regale uno de sus discretos trapitos.


(Sammy aterriza en Washington. Obama, aprende)