miércoles, abril 15, 2015

A POR ELLOS


El tema ha aparecido hoy en un par de mis conversaciones, también al pasarme por las redes sociales. Al parecer a todo el mundo le parece cojonudo insultar a Rodrigo Rato en un avión, o dar un susto de muerte a Mario Draghi.

Al parecer ahora todos somos jueces, unos jueces cojonudos, y tenemos todo el derecho del mundo a impartir justicia y ponerla en práctica cuando queramos y de la forma que estimemos. Al parecer hay gente que merece insultos y vejaciones, aunque mejor si vamos en grupo, que somos muy valientes (menos la loca inconsciente que se ha subido a la mesa de Draghi). No sé, siempre pienso en películas como Furia de Fritz Lang, esta peli os podría enseñar a algunos ciertas cosas, creedme. La masa, el pueblo unido, el rebaño y todo eso, me da miedo. Yo solo me uno a la masa en un concierto de Manowar.

Demasiada crisis mal digerida, visionar siempre los mismos programas de TV, las mismas conversaciones, las mismas quejas y la misma miseria de que los malos son los demás. Rato merece esto y mucho más, yo por supuesto, soy puro como el agua cristalina.

Insultar, vocear, soltar mamarrachadas a banqueros y políticos (en ningún momento me he molestado en dar mi opinión sobre lo que han hecho Rato o Draghi, simplemente porque ese no es el tema), es munición de otra época, historias de la puta mili perdidas en el tiempo. Rato ha dado una lección de temple, por cierto, yo no me habría podido controlar ante semejante grupo de maleducados.

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