lunes, diciembre 08, 2008

CINTAS VHS

Hace pocos días tiré a la basura montones de cintas de VHS, problemas de espacio en casa ya se sabe, y además, ya no tenemos vídeo. Centenares de películas que grababa religiosamente en la tele: ciclos del Cine Club de TV2, los programas de Garci (con aquellos debates post película incluídos ¿os acordais de Lamet, Cobos, Miguel Marías, Cabrera Infante, Juan Tébar y el propi Garci, en medio de ese ambiente de humo y erudición, diseccionando con pasión la obra de Welles o Rossellini de turno?), cintas que al cabo del tiempo fuí conociendo a la perfección, cada pausa publicitaria, el orden de las películas si había más de una en la cinta, si estaban grabadas en LP o SP, el color del bolígrafo que había utilizado para escribir los títulos en el canto de cada una. Me levantaba a las 6.30 a diario para grabar episodios de Ultraman, y me quedaba hasta las tantas para hacer lo propio con The Twilight Zone, La dimensió desconeguda. Mantenía mis cintas límpias, libres de ácaros, y pensaba que esa filmoteca me sobreviviría, y que se la daría en herencia a mis hijos, por eso las cuidaba tan bien, cada cinta con su número, cada una en un lugar concreto de mis estanterías, dios, podría haber cogido cualquier cinta que me pidieras con los ojos cerrados. Pero ahora están en la maldita trituradora, y solo me he quedado con algunas especialmente raras, pelis de terror de serie B, los episodios de Sherlock Holmes protagonizados por Jeremy Brett y algunos conciertos de Kiss o Iron Maiden. Cuatro cosas que me queden de recuerdo, una parte muy pequeña de todo lo que llegué a tener en VHS. Supongo que ahora debería pensar que tanto esfuerzo no tuvo sentido, que no hacía falta grabarlo todo, sufrir esas ánsias por atesorar cintas y más cintas, como si fuera el fin del mundo, y aunque es verdad que no tiene sentido quererlo todo en tu estantería, y que lo importante es ver las películas, experimentarlas, sin preocuparte de si las tienes materialmente o no, también pienso que mi cinefilia y mucho de lo que soy yo está en esas cintas que duermen ahora el sueño de los inútiles en algún vertedero de las afueras. Disfrutaba tanto grabando esas películas, aunque ahora sé que fue una estupidez y que mis hijos no van a tener esos tesoros, que si rebobinara en el tiempo lo volvería a hacer. Cómo no conservar en cinta analógica una peli de Griffith que emitan a las dos de la madrugada, no podría, la grabaría, y volvería a pensar que mis hijos recibirían de su padre ese botín de incalculable valor.