sábado, febrero 11, 2012

LAS PEORES DECISIONES DEL METAL: CELTIC FROST, DE LA VANGUARDIA AL POP METAL

Durante la segunda mitad de los 80, innumerables bandas se sometieron a cambios radicales en cuanto a estilo e imagen, renegando en parte de su pasado y subiéndose a la carroza de la moda glam y el rock duro-blando imperante. Accept tiraron por la borda su prestigio germánico, se deshicieron del gran Robocop del metal Udo, y ficharon a un pintamonas norteamericano llamado David Reece, con la estúpida intención de petarlo en USA grabando un disco estilo Bon Jovi. Naturalmente, el movimiento fue su sentencia de muerte; Michael Schenker formó un efímero dúo con Robin McCauley, otro maniquí de saldo, y trató de entrar en el mercado comercial por la senda estética que estaba marcando el glam de Poison y los demás. Otro fracaso.


(Accept se tiran de cabeza al desastre. Adiós Udo, hola Jon Bon Jovi)

Me fascinan bandas como Krokus, auténticos rockeros con varios discazos a sus espaldas, que a mediados de los 80 fichan por un management nortemaericano (los llevaba John Kalodner) y se convierten de la noche a la mañana en una banda de pop metal sin sustancia y con pintas horribles. Como los anteriores, el fracaso les desmoraliza y desaparecen del mapa hasta la llegada de tiempos mejores.


(Krokus rozaron el éxito y se les fundieron las neuronas. Desde su cuadro de mandos, Mark Storace conduce a la banda al deshaucio)

Y cuántas otras bandas sufrieron el mismo trance. Eran los ochenta, la era Reagan, el triunfo del ultraliberalismo, y todos van a por su pedazo del pastel, en unos USA con miles de adolescentes de clase media, subyugados por la MTV y por un rock duro que de forma simplona y chabacana les decía que no estaban solos. Docenas de bandas, más o menos veteranas, decidieron dar la espalda a su base de fans procedente de los setenta o primeros ochenta, ignorar su estilo y autenticidad, y pintarrajearse como putas para encajar en la corriente spandex & laca, rezando para que la MTV les metiera en su rotación de video clips. Algunas veces funcionaba, otras no. Judas Priest hicieron el cambio en Turbo, Van Halen con el segundo disco con Haggar, Scorpions y Savage amusement, Whitesnake y 1987... Pintas más glam, música suavizada y masticada, especial atención a los clips y a un erotismo que nada entre el descampado urbano y Miami Vice. Pero de todos esos giros, en algunos casos a la vacuidad musical más triste, el que más me fascina es la pirueta mortal que dieron Celtic Frost. Esta banda suiza, que hasta 1987 había habitado en el underground metálico, estaba considerada como la vanguardia del metal, marcaron el camino a los estilos más extremos y fueron precursores del black metal, el trash y tantos estilos que sacudieron la música dura en los años venideros. Eran un mito intocable para los connoisseurs que consideraban a Maiden, Judas etc. metal demasiado aceptado por las masas.


(Una de las obras maestras de Celtic Frost. A reivindicar permanentemente Into the Pandemonium)

Tom "Warrior" Gabriel, líder de Celtic Frost era un tipo fascinante, terriblemente feo, creativo y valiente. Discos como el decisivo e influyente To Mega Therion (1985), con portada de H.R. Giger, e Into the Pandemonium son monumentos metálicos, de incalculable importancia histórica. Into the Pandemonium, por ejemplo, incluía samplers, violines, voces femeninas operísticas, y un metal pesado, denso, extraordinario y libre. Y estamos hablando de 1987. Celtic Frost, además, se habían formado a partir de Hellhammer, otros precursores del black metal y el death, a primeros de los 80.


(Celtic Frost, antes)

Con un currículum de esta guisa, en la cúspide de la vanguardia metálica, en 1988, Tom Warrior decide romper la banda para reformarla meses después y dar un giro total a su carrera. De repente, las pintas oscuras, satánicas de los primeros discos de Celtic Frost son sustituidas por un vergonzoso aspecto chabacano de glam rockers de extrarradio. Y así, tratando de parecer atractivos para las féminas los que antes eran las ratas negras del metal, dejan a los fans de Celtic Frost sin habla.


(Celtic Frost, después)

Y cuando entregan su nuevo disco en 1988, la cosa deviene ya en suicidio comercial y artístico en toda regla. Un metal pretendidamente moderno, aplicando mantequilla a las aristas del viejo estilo de Celtic Frost. Y lo peor, en la contraportada de ese disco, que llamaron Cold Lake, encontramos una instantánea de la banda con sus pintas más glammys (o lo que ellos entendían como glammy, parecían más unos malos imitadores de la Vinnie Vincent Invasion) ante la cual no hay palabras. ¿Qué pasaba por la cabeza de Tom Warrior, el que una vez fue gurú del metal con ínfulas artísticas? Perdieron a sus fans más fieles, su credibilidad se fue a la basura y ni siquiera consiguieron sus objetivos comerciales. Posteriormente, Tom Warrior no querría ni oir hablar de Cold Lake, y ni siquiera lo reeditaría en cd. Como los Kiss de The Elder, Celtic Frost ya tenían su obra maldita.


(Cold lake -1988- el disco que hundió a una banda mítica)

Y eso que Cold Lake no suena nada mal hoy en día, más que nada porque Tom Warrior ni queriendo es capaz de pasar por un hermano bastardo de Brett Michaels; aún en su peor momento creativo, habiendo perdido definitivamente el norte y queriendo pasar por lo que nunca serían, la música de Celtic Frost continuaba teniendo ese aliento frío y extraño, malsano. Lo único cierto es que Celtic Frost no se recuperaron jamás del batacazo, y tuvieron que pasar varios años antes de que la banda se reuniera de nuevo y Tom Warrior emergiera para las nuevas generaciones como uno de los pilares más influyentes del primer metal extremo. Hoy día nadie discute la importancia de la obra de Hellhammer y de Celtic Frost.


(Arriba, el denostado tour de Celtic Frost y su Cold Lake. Aquí rozando el ansiado éxito como cabezas de cartel en el Hammersmith Odeon. Los fans de toda la vida no podían soportar esas pintas y ese sonido. Hoy en día tampoco suena tan mal)