viernes, mayo 18, 2012

BRUCE SPRINGSTEEN & THE E STREET BAND, BARCELONA 2012

Algunos lo llamaran rock berbenero, barbacoa para falsos rockeros aburguesados, mística rockera a 90 euros por barba, cocina de rancho para creyentes ciegos de fe que solo escuchan su música. Meterse con un artista por lo que opinas de sus fans, o por lo que supone su trascendencia social, o porque actue en recintos inmensos para miles de personas, o por su infinita cuenta bancaria es tan idiota como ser rockero y no reconocer que lo visto ayer en el Estadi Olímpic fue un concierto implacable de un tipo que sabe lo que hay que hacer para complacer a la masa y no por ello ser un vendido. Una vez superadas las penurias de una vergonzante organización que nos trató como a ganado, el rock n´roll de Bruce Springsteen, el que me contaminó cuando era niño, volvía a estar allí delante, auténtico y veraz, desde la inicial Badlands hasta momentos que siempre recordaré (interpretar mi querida You can look a la vieja usanza, el Prove it all night con la intro de las giras setenteras, renovar votos con Thunder road -de nuevo, lágrimas-, incluso revalorizar temas como My city of ruins, que tiene el pecado de pertenecer a un disco plomo como The rising, o quedarse pasmado con las ya gemelas, indisolubles Youngstown + Murder Incorporated, para mi el corazón del concierto en cuanto a intensidad). No sé, la banda pisa el acelerador desde el principio y no lo suelta hasta el final. La energía es brutal, la caña que inyecta la sección de vientos es la ostia, Max Weinberg parece un batería inmortal, Stevie, Nils... Incluso el violín de Soozie Tyrrell me sonó bien por primera vez. Los nuevos temas ganan en carburación, los viejos renacen por milésima vez (cayó demasiado del Born in the USA, pero se supone que este es su repertorio más "europeo"). La energía de Bruce se da tanto por descontada, pero no deja de impresionar. No son sus carreritas, su cara de simpatía, sus gestos de cara a la galería, medidos y repreparados, pero siempre agradables en un concierto de estadio (hablar catalán, sacar a la niña, toda esa panoplia), es su voz que no decae, su compromiso de que la máquina tire para delante sin descanso. No debe ser fácil llegar al tuétano de lo que es el rock n´roll en un macro recinto para 50 000 personas. Él lo consigue, siempre lo consigue