jueves, julio 09, 2009

RAMBLIN´JACK ELLIOT: "A STRANGER HERE" (2009)


Precioso disco en blanco y negro y sonido polvoriento el que ha producido Joe Henry para la leyenda folk Ramblin´Jack Elliot, 77 años de edad. Se trata de canciones de la época en que Ramblin´Jack era niño, los treinta, los áños de la Gran Depresión, de cuando el Central Park de Nueva York era un hervidero de barracas y hogueras en la noche. Manejarás bien el disco a partir del segundo tema, Death don´t have no mercy, luego todo va rodado, la calidez acústica, la voz amable del protagonista y la sensación de que estás escuchando una lección de historia y encima te lo pasas de miedo. Cada día me siento más afortunado musicalmente por poder hacer paréntesis en esta locura cultural que vivimos, y dejar que un disco como este se siente en la mecedora y caiga la noche. Es un milagro que existan empollones de la música de otras generaciones como Joe Henry, Rick Rubin o el mismo Jack White -infravaloradísima la puesta a punto que le regaló a la reina country Loretta Lynn, con el disco Van Lear Rose-, y nos acerquen frescos y relucientes los tesoros que se esconden tras las arrugas de mitos como Ramblin´Jack Elliot.

FUNERAL

Algo decían por la radio, probáblemente un tertuliano desconocedor del mundo del pop, pero tenía razón: El funeral de Michael Jackson tiene algo de decadencia, de canto de cisne en cuanto a una forma de entender el espectáculo, la música, la fama. Y en algún detalle, huele a podrido, demasiadas caras tristes juntas siempre me hacen sospechar. Hay algo de decadente sí, y de indecente y pornográfico al abusar de la lágrima de una niña de once años retada a hablar ante el mundo por los demás familiares del astro fallecido. La vida es un guión, y ayer fue un clásico guión de Hollywood, en el tercer acto apareció la hija y lloró, todos la abrazaron y cantaron We are the world. Aunque todo es la idiosincrasia de cada país, en Estados Unidos, por lo menos en muchas partes, un funeral no es algo íntimo, un luto que se llora puertas adentro como aquí, sino que la muerte se expone para que todos pasen por delante, con la bandeja de canapés en una mano y en la otra la flor que dejan caer sobre el ataud. A veces morir, para los que quedan vivos, es celebrar, y ayer se celebró la muerte en un pabellón para 20 000 personas, y cantó Mariah Carey, y todos lloraron.