martes, agosto 02, 2011

CIUDADES

Málaga no es ni mejor ni peor que Barcelona. En Málaga comes mejor de una forma, en Barcelona de otra. No hay nada como observar como queman a la brasa de leña unos espetos en la playa, eso siempre será patrimonio malagueño. También hay otras cosas, pero como ciudad, Málaga está en decadencia. Como lo está Barcelona, pero de nuevo, de otra forma. En Málaga notas que mientras el ayuntamiento pinta y perfuma las calles del centro hasta convertirlas en un decorado de Lladró, o mientras gastan toneladas de dinero en imposibles iluminaciones navideñas, los barrios subyacen entre suciedad y despreocupación. En los barrios, da la sensación de que la gente pasa (no solo las autoridades), de que nadie recoge su propia mierda; los pies se te pegan en las aceras por la mugre, los contenedores rebosan, y en general, todo es feo. En Barcelona nos quejamos y ponemos mala cara, colgamos pancartas de los balcones, y normalmente andamos rebotados porque pensamos que nuestra ciudad debería ser mucho mejor, en Málaga a la gente ya le está bien. A cada proyecto, a cada palacio de congresos construido le corresponde al lado un descampado sórdido que te recuerda que el trabajo nunca se acaba del todo. Hay innumerables edificios a medio construir, inmobiliarias fantasma que levantaron pisos y cuando todo se fue al carajo desaparecieron, dejando los bártulos, las grúas y las hormigoneras tal cual. Quizás es que el Eixample, con sus líneas rectas y su geometría, nos ha dado a los barceloneses mayor concreción, tanto en lo bueno como en lo malo. Pero Málaga es un galimatías que nadie tiene ningún interés en resolver. Hay ciudad en Málaga, más que en ninguna otra de Andalucía, pero cada vez me resulta más difícil encontrarla. En pocos días están en Feria (tunings, potas, guiris, desfase y sordidez), fechas ideales para desaparecer y regresar a Barcelona, esta vez a quejarme de lo mio.